viernes, 9 de octubre de 2009

INSTITUTO BIBLICO MINISTERIAL


50 años del Instituto Bíblico de Iglesia de Dios.

El Instituto Bíblico de Iglesia de Dios en Sáenz Peña, cumple cincuenta años de vida y celebra el acontecimiento de manera especial, porque no es fácil para ninguna institución nacer, crecer y permanecer después de tanto tiempo. Tiempo que le ha permitido estar en un lugar de preponderancia, y desde allí aportar por medio siglo, herramientas teológicas para el crecimiento humano y espiritual de todos aquellos que pasaron por sus aulas.

Cuando hablamos de herramientas teológicas, hacemos referencia al aporte de enseñanzas relacionadas con el reino celestial y que son poco comunes en nuestra zona de influencia; donde, por lo general, no se valora la capacitación teológica de quien pretende servir a Dios.

Educación cristiana

No faltaríamos a la verdad si afirmáramos que la educación cristiana es un fundamento, a partir del cual, emergen -como mínimo- tres columnas que soportan el peso de nuestro recorrido por la vida. Tres columnas que preparan y equipan al ser humano para transitar ordenadamente por la vida; y además, proveen de un mapa para recorrer la ruta correcta que termina en el más allá. Un más allá misterioso y al que la enorme mayoría de los seres humanos tiene acceso limitado, por no decir nulo. Un más allá, la mayoría de las veces borroso en la mente de las personas, y al que solo se accede por medio de la fe. Cuando hablamos de fe, no hablamos de cualquier fe, sino de la que otorga la certeza al individuo, de la existencia de algo que no conoce y le da la seguridad que lo desconocido existe, a pesar de las opiniones en lo contrario.

Información, formación y transformación

Hablábamos de tres columnas y a la primera de ellas la podríamos llamar información, a la segunda formación y a la tercera, transformación. Por medio de la información podemos acceder a las particularidades de la historia y en privativo, de la historia misma del cristianismo. En cuanto a la formación, nos da la posibilidad de incorporar valores y actitudes especiales que nos sirven para llegar a la transformación, es decir a la posibilidad de promover el cambio en las personas y como resultado final, el cambio de las personas produce el cambio de las comunidades que tanto anhelamos. Cada una de las tres columnas forma parte de un todo que, de no funcionar así, echaría por la borda cualquier esfuerzo por educar correctamente al alumno, limitando las posibilidades del aprendizaje y su desarrollo.

Acuanimidad

Por todo ello, es fundamental el trabajo ecuánime de quienes tienen la responsabilidad de conducir cualquier instituto de enseñanza, y con más razón aquellos que tienen la responsabilidad de preparar a los hombres y mujeres para el cuidado de terceros. En ese marco, el de la excelencia educativa, Iglesia de Dios es una institución cristiana que ha sido premiada en evaluaciones mundiales por la certeza y calidad de su enseñanza. En estos cincuenta años, cientos de alumnos egresaron del Instituto Bíblico de Sáez Peña, y hoy son verdaderos baluartes a lo largo del país y de países limítrofes, que desarrollan sus dones en beneficio del pueblo cristiano.

Visionarios

Como cualquier otro emprendimiento humano, siempre es vital la participación de quienes son portadores de la visión; es decir, de aquellos que impregnados por el proyecto, se transforman en la fuerza que da luz a lo que en un momento fue un sueño. Sin ellos sería imposible que cualquier emprendimiento sea un proyecto, nazca, crezca y permanezca en el tiempo. En este caso, Aleksio Praniuk, un joven de la década del cincuenta, motivado por la certeza que Dios estaba dispuesto a ayudarlo, se encargó personalmente de entusiasmar a quienes les rodeaban.

Fue así, que el 4 de septiembre del año 1958, se colocó la piedra fundamental y se abrió la tierra para comenzar los cimientos del edificio, que muy pronto comenzó a erguirse como un faro de luz en la zona. Hombres y mujeres de la iglesia, brindaron su valioso aporte, trabajando los fines de semana y feriados en la construcción del mismo; para ver muy pronto terminada la obra que había tenido apoyo y colaboración de profesionales, algunos de ellos tan solo simpatizantes. Cuanta alegría había, porque el Instituto Bíblico estaba listo para iniciar sus actividades. Con júbilo se inauguraron sus instalaciones el 30 de noviembre de 1959. Su primer director fue el Rvdo. Hiram Almirudis, quien desde México había llegado con un bagaje de entusiasmo y grandes iniciativas; fue secundado por los primeros profesores, Samuel Robeff y Esperanza Petroff. Hoy, después de cincuenta años, el Instituto Bíblico celebra con entusiasmo poder seguir preparando obreros para la viña del Señor.

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